‘Parece como si el artista hubiese arrancado estos muros de su contexto natural para traerlos a la sala de exposiciones. Uno de ellos, nos hace pensar en el cercado de una propiedad, pero la agresividad de sus cristales quebrados que lo coronan habla también de la obsesión por la seguridad en general. En concreto, nos remite también a toda esa juventud africana cercada que trata de saltar hoy en día las inexpugnables fronteras de Europa. El otro muro parece actuar como su envés, porque está repleto de intrascendentes pintadas y proclamas tabernarias y underground escritas con colillas desde la liberdad condicional que permite la noche y la diversión, la música de los clubs, el alcohol y las drogas. Una desinhibida y hedonista anarquía, insumisa y desenfrenada que remitirá tan pronto claree el día o acabe el fin de semana.’